¿Acaso no es rico coger? Fue una de las preguntas
que lanzo al público, la cuentacuentos
para adultos, Elena Vindel en el marco
de la “IX Feria Internacional del Libro en Guatemala, FILGUA 2012”. Temas como sexo, violación, sida, incesto,
aborto y masturbación por mencionar algunos, fueron relatados de una manera
explícita; Al notar por la reacción de algunos jóvenes y no tan jóvenes, esa
noche la cuentacuentos logro mover muchos cimientos, hablando de temas que resultan
un tanto incómodos para la sociedad. El murmullo más recurrente en la sala o
por lo menos de las personas sentadas a mí alrededor, se hizo presente cuando
el tema de la “masturbación” salió a escena acompañada de una almohada y una
serie de movimientos y sonidos.
A mi mente vino una
interrogante ¿Qué acaso la gente no se toca, al menos cuando se baña? Y de
pronto algunas personas abandonaron la sala… y de nuevo otra pregunta surgió en
mi cabeza ¿Conservadurismo, represión, catolicismo, ignorancia o hipocresía?
El tema de la sexualidad en
sociedades conservadoras como la nuestra resulta todavía en la modernidad un
tanto complejo de abordar. El morbo, la curiosidad, la fatal de información
pero sobre todo la carga satanizadora hacia la sexualidad y el placer corporal
por parte de la religión ha conseguido que en pleno siglo XXI los temas
sexuales sigan siendo un tabú.
Social, política y
religiosamente la utilización de nuestro cuerpo y específicamente la de
nuestros genitales, está condicionada por
esa necesidad, por ese ideal, por esa obligación de reproducción, relegando al
pene y a la vagina como órganos sagrados y consagrados a la idea de
conformación de una familia por medio del cual el orden social y/o económico se
pudiese mantener; A diferencia del ano, el cual no apunta a la reproducción y es
el primero de todo los órganos en ser privatizado y ser colocado fuera del
campo social, relegado al ano según Beatriz Preciado a los nuevos proletarios
de una posible revolución Contrasexual (Gay y lesbiana).
Pero si el cuerpo humano,
especialmente el pene y la vagina hubiesen
sido diseñados única y exclusivamente como órganos utilizados para la
reproducción ¿Por qué sentimos placer al tocarnos? Sigmund Freud establece en
su teoría del desarrollo psicológico que “Una región del cuerpo en que los
proceso excitantes irritantes (tensiones) tienden a concentrarse, y cuyas
tensiones pueden ser eliminadas mediante
alguna acción sobre tal región, como puede ser acariciar, recibe el nombre de
zonas erógenas” este mismo afirma que las tres principales son la boca, el ano
y los órganos genitales.
La construcción social y
religiosa que se ha otorgado a los genitales, entonces conlleva a la
culpabilidad, en casos frecuentes,
cuando un ser humano descubre que a través del contacto del genital con
su mano u algún otro objeto adecuado (juguetes sexuales) puede obtener placer
que lo o la pudiese llevar al orgasmo. La sociedad machista ha reprimido en
varios aspectos de la vida a la mujer, su derecho a explorar su cuerpo y
disfrutar de una sexualidad plena pero sobre todo sin miedo a expresarse
libremente como un ser humano capaz de sentir placer y sobre todo de disfrutar
de ese placer sin ser juzgada. Este sentimiento de culpabilidad que desata la
masturbación surge entonces de la actitud que toman los adultos basada en los
valores sociales y culturales aprendidos o mal aprendidos en la niñez, donde
forjamos nuestra identidad y nuestra sexualidad.
Por muy inadmisible que
parezca, muchas personas aún creen que la masturbación es un acto vil cuando en realidad se trata de una práctica
perfectamente natural que acompaña a los seres humanos desde temprana edad, si
analizamos los años de infancia el mismo Freud asegura que durante la etapa
Fálica que se da alrededor de los 3 y 5 años de edad, se adquiere importancia
placentera en los órganos sexuales. Varios sexólogos afirman que dicha práctica
es fundamental para la vida sexual de los seres humanos, no solo porque es el
primer acercamiento del individuo hacia su cuerpo si no también es el primer
acercamiento a conocer el placer.
Entonces, ¿Por qué habríamos
de darle un significado negativo a una actividad que solo consiste en acariciar
nuestro propio cuerpo? La masturbación debería de ser una práctica de
autoconocimiento para lograr tener una vida sexual plena, sin limitar nuestro
placer al permiso de otro ser humano. ¿Cómo vamos a exigir placer de otra
persona si ni siquiera nosotros mismos sabemos donde esta nuestro propio
placer? ¿Cómo queremos iniciar una vida sexual en pareja o parejas si no hemos
iniciado con una relación sexual con nosotros mismos?
La educación sexual
aprendida tanto en casa como en la escuela, las pautas culturales, las
experiencias infantiles y los roles de géneros estereotipados y marcados por
una sociedad heterosexual cuadrada, suelen reprimir a los seres humanos; A los
hombres, cuando se es pequeño al igual que la mujer, se reprime la actividad de
explorar con su cuerpo, pero cuando es adolecente o adulto esta práctica es
tolerada sin tantos prejuicios, suerte con la que no corren las mujeres. Creer
que la penetración es el único camino para lograr el orgasmo es una connotación
machista que relega en el hombre y en su miembro la llave de la felicidad, el
poder del placer de la mujer; es una concepción sesgada y errada, cargada de prejuicios
y valores culturales las que le atribuyen un mayor valor al orgasmos alcanzado
a través de la penetración, privando a la mujer de su derecho a estimularse a sí
misma.
Cuando un ser humano conoce
su cuerpo y sustrae los prejuicios, tabúes y culpas se siente más libre y está más
cerca de encontrar el placer y la satisfacción que desea para sí mismo y para
su pareja sexual.
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