El proceso de encontrarse con ese ser interno que todo
llevamos bajo la piel que habitamos no es fácil; Tendría que ser una práctica tan
normal y natural que todos los seres humanos deberíamos de hacer diariamente,
pero el mundo acelerado en el que vivimos, muchas de las veces nos absorbe a
tal magnitud que no tenemos tiempo o no queremos cuestionarnos ¿Quiénes somos?
Algunos años después de haber aceptado mi orientación sexual,
que vale la pena decir fue una cuestión un poco más de aceptación progresiva y
no tanto de cuestionamientos, hago una pausa en el camino y la retrospectiva me
lleva a preguntarme ¿Por qué soy Gay?... Un poco tarde no, casi 10 años después.
Bueno, al menos llegó la pregunta.
Estos cuestionamientos para nada me llevan a sentirme
avergonzado de quien soy o querer cambiar, es más, me siento satisfecho con la
forma en la que he aceptado mi sexualidad y la he compartido sin temor a mi
entorno, no es que quiera regresar al closet (algo absurdo), pero llevar puesta
una etiqueta y cumplir con ciertos parámetros empezó a incomodarme.
La base patriarcal en la cual se funda el machismo de nuestra
sociedad condena a los seres humanos a cumplir una serie de prácticas sociales pre establecidos y toda manifestación de la sexualidad que no se acople bajo estas
reglas y parámetros específicos es considerada como insulto a las costumbres.
Hoy más que nunca estoy convencido que las preferencias sexuales
son totalmente naturales y normales, pero la sociedad se ha encargado de poner
una carga impositiva al cumplimiento de roles que hoy más que nunca son tan difíciles
de cumplir, a satanizar el deseo y a crear en la sociedad un sentimiento de
culpa por permitirnos ser libres y sentir placer en nuestros órganos, que
fueron diseñados como instrumentos reproductivos, como vil máquinas de hacer
personas.
A quien se le ocurrió por ejemplo ¿Qué los niños usan azul y
las niñas usan rosa? No puedo pensar que
nuestros gustos desde los más insignificantes hasta los más significativos
tengan que estar impuestos por parámetros socialmente construidos, aceptados y
avalados por la sociedad. Imaginen a un niño que le guste el color rosa, o a
una niña que le guste el color azul, sin que esto signifique que tenga
orientaciones sexuales a gente de su mismo sexo; que frustración tan grande
sería el no poder usar o hacer lo que te guste, y peor aún, no poder amar a
quien amas, si no lo que te ordenen o a
quien la sociedad te ordene. Me pregunto entonces ¿la gente realmente hará lo
que le gusta y los hace feliz? o lo hace simplemente como proceso mecánico de adopción
para encajar en una sociedad doble moral que cada vez se fracción más por esa
larga lista de estereotipos que los seres humanos debemos cumplir.
Una serie de preguntas que surgieron en mi mente fueron llevándome
a cuestionarme mucho más cosas sobre lo que significa ser raro ante los ojos de
los que se creen superiores por cumplir las reglas. Pareciera que el mundo es un gran
supermercado, el cual está dividido en pasillos con productos expuestos en
estantes, como cual lógica de mercado de compra y venta. Todos esos productos
diferenciados unos de otros, meticulosamente empaquetados y con una etiqueta
que lleva escrita una descripción clara del producto. Entonces en un pasillo están
los hombres, en otro pasillo las mujeres, en otro los homosexuales hombres, las
lesbianas, las locas, las machorras, los negros, los blancos, los indígenas,
los mestizos, los chinos, los gringos y entonces nuestra esencia se resume a un
titulo.
La alienación con la que se nos ha llenado la mente desde que
somos pequeños definitivamente ha marcado nuestra personalidad, y en cierto
sentido nos ha privado de elegir libremente, nos ha empujado a ajustarnos a un
molde. Pero ¿Qué pasa si no nos ajustamos a un molde existente? ¿Creamos uno
nuevo? En efecto, ese ha sido la reacción de la sociedad, crear más división a raíz
de una división. Es como lograr paz con guerra.
Decidí dejar el hermetismo y mis miedos absurdos en casa, y aventurarme
a conocer un poco más sobre la comunidad LGTT…. y no sé hasta cuantas letras
más puede llegar a tener (sin ofender) y como buen homosexual (palabras de una
amiga, que reafirma los estereotipos) acudir a la “XII Caminata de Orgullo de
la Diversidad Sexual y de la Identidad de Género” he de ser sincero al decir
que me pareció una experiencia enriquecedora al conocer la libertad con la cual
la gente vive su sexualidad, sus gustos, sus preferencias, como utilizan el
arte como expresión y me sentí una vez más orgulloso no de ser como quieren que
sea, más bien sentirme satisfecho por no encajar en los estereotipos de la
sociedad de Adán y Eva.
Pero el asistir a la caminata me re confirmo algo en lo que
siempre he creído, creo y espero seguir creyendo. No necesito tampoco encajar
dentro de los prototipos de hombre homosexual, me niego y me rehusó a entregar
mi esencia a un colectivo. Soy un ser humano, con gustos diversos y como ser
humano exijo el cumplimiento de mis derechos, así como me exigen el
cumplimiento de mis obligaciones.
Los derechos se deben de exigir para los seres humanos, sin
tintes de género o raza. Lastimosamente esa estructura social, ese listado de
requisitos que se deben cumplir para pertenecer a un estante en este gran
supermercado que algunos llamamos mundo cruel han traído consigo una fracción de
la sociedad que nos enfrenta entre unos y otros.
Retomo la pregunta con la que inicie este
recorrido y me doy cuenta que en realidad no estaba buscando una respuesta al porque
soy como soy… sino mas bien estaba buscando una liberación de todos esos
requisitos de vida que se convierten en una presión. La búsqueda de identidad
me ha llevado a reflexionar sobre una diversidad sin etiquetas, dejando de
asumir roles para dar gusto a una sociedad enferma. Todo se resume a la tolerancia
y al amor que podamos tener en la vida, no concibo con que carácter moral la
gente se siente con el derecho de criticar a otra persona por ser como son, en
lugar de aceptarlas y tratar de aprender un poco más de la diversidad de la
vida. Hoy no me siento culpable, pecador porque me guste Estaban y no Eva, pero
tampoco quiero jugar el papel de un Adán. En este nuevo despertar, quiero
preguntar más, pero entender menos.
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